Petaliptera mecosiagorpa
Mecoptero endémico de las ciénagas Marmet. Su nombre vulgar proviene del glum: qu (mosco) e irda (violeta). Se caracteriza por poseer alas miméticas a pétalos de flores de la familia violáceas que crecen en los arbustos de esta región. Los machos, además, tienen largos filamentos blancos en el protórax que imitan a su vez los estambres.
Como la mayoría de mecópteros, son de cuerpo tubular y piezas bucales alargadas que semejan un pico. Una de las grandes diferencias en las mecosiagorpidas son las antenas, desarrolladas en la parte inferior de sus cabezas.
Se alimentan de las hojas y flores de los arbustos en los que moran y de material orgánico en descomposición. De hecho, tanto los habitantes tribales en las proximidades del pantano, quienes lo aprovechan como cementerio, así como los pobladores de Esmirna, que han levantado a un costado de este un jardín-cementerio en forma, tienen la creencia de que estos insectos protegen las almas de sus difuntos, cuando la realidad es que de ellos pretenden un festín.
El ciclo reproductivo comienza en el mes de julio, cuando la hembra segrega en el aire su feromona de aroma dulce, exclusiva razón del olor particular que se percibe en la zona por estas temporadas. El macho, atraído, ofrece a la hembra algún insecto muerto o un cúmulo de varios para que esta acceda a la cópula. Entre más grande sea el botín, mayor será el tiempo de apareamiento y por tanto, habrá más transferencia de esperma. Una vez la hembra accede, adhiere luego sus huevecillos en los largos filamentos que sobresalen del macho, que los llevará sobre sí, hasta que las larvas eclosionen. Esto es, de 5 a 10 días. Durante este periodo, el macho se mantiene inmóvil, oculto entre el húmedo follaje, imitando una flor cargada de polen.
Las larvas se nutren de las hojas en descomposición en los suelos. Más tarde, entierran sus blandos cuerpos para convertirse en pupas y emerger, luego de unas semanas, en adultos.
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